El Vendedor de Aire
Daniel Greiff Tovar
Para la vida en las ciudades, era obligatorio usar máscaras
y tanques de oxígeno para sobrevivir, la polución había llegado a un punto crítico,
qué era imposible conseguir alimentos orgánicos de buena calidad y cada día iba
escaseando en gran medida.
Colombia no era la excepción y ni se diga de su capital, Bogotá.Los grandes negocios,centros comerciales y sitios de entretenimiento, se encontraban cerrados, los anuncios gigantescos se encontraban en su mayoria, oxidados, otros se encontraban caidos en los andenes.Los lugares mas concurridos estaban vacios, la vista era desoladora.
Colombia no era la excepción y ni se diga de su capital, Bogotá.Los grandes negocios,centros comerciales y sitios de entretenimiento, se encontraban cerrados, los anuncios gigantescos se encontraban en su mayoria, oxidados, otros se encontraban caidos en los andenes.Los lugares mas concurridos estaban vacios, la vista era desoladora.
Fue entonces cuando apareció un hombre en una bicicleta y
anclada a ella llevaba una extraña máquina, la ubico en el centro de la ciudad
y usando toda la energía, comenzó a
absorber el aire contaminado y en seguida lo reemplazo con un aire puro. Los
ciudadanos, inquietos, le preguntaron quién era, dijo llamarse John Rivera, sin embargo preferia que lo denominaran por su apodo,Sirro Steiner y
era un vendedor de aire.
Steiner dio una cuota, el alcalde le reconoció una suma
aceptable de dinero, el vendedor intento ocultar su frustración, no era la
primera vez que sucedía, sin embargo, consideraba que los agradecimientos y
aplausos de la gente por devolverles la posibilidad de respirar aire puro
bastaba.
Cada día la rutina era la misma, no le quejaba el hecho de
que viviera en los suburbios, no le quejaba vivir en una chatarrería, donde
reposaban los restos de vehículos, armas de destrucción masiva y androides,
desde los que sirvieron a la humanidad, como los que casi la extinguieron por
su programación perversa, no le quejaba tener una casa pequeña en medio de la
chatarra, que su cama fuera dura e incómoda y que las tejas estuvieran
endebles, no le quejaba pedalear kilómetros hacia las ciudades contaminadas y
recibir poco dinero que no cubría la manutención y gastos que generaba la
maquina creadora de aire puro, sin embargo, había una parte de él que
anhelaba tener lujos cuando veía a los
ricos con sus comodidades ostentosas.
Pasaron meses cuando llego uno de los más grandes magnates
del mundo entero, Cash Margolis, quien le ofreció mucho dinero a cambio de una
solución definitiva, que cubriera a todo el mundo, con una duración perpetua.
Al ver las cifras, Steiner acepto y Margolis le entrego el doble de lo
prometido, con el fin de crear una maquina poderosa, con los mejores repuestos
y mecanismos que no comprometieran la paupérrima salud de la tierra.
Esa noche no pudo dormir, su cama se hizo más incómoda de lo
que era, lastimando su atormentada espalda, los ladridos de su perro androide
lo tenía alterado, se un salto salió de su alcoba y tomando a su mascota
metálica, lo desactivo y arrojo entre los deshechos. Poco después de masajearse
la columna sin efecto alguno, se acercó a los maletines y los conto muchas
veces, fue entonces cuando dejo que sus anhelos y ambiciones de su corazón lo
enajenaran, sin que se diera cuenta, estaba gastando el dinero en fiestas,
sastrería y lujos inútiles y a la vez insaciables, aun así Steiner no
contemplaba que la fecha limite estaba cerca.
Fue devuelto a la realidad a dos días antes de la entrega, la
alarma de su despertador último modelo repetía sin cesar la fecha con la hora,
minutos y segundos exactos, su tranquilidad desapareció cuando su billetera
estaba vacía y los maletines también. Paso mucho tiempo en el baño mirándose en
el espejo mientras algunos risos de su cabello tapaban el lavamanos, en seguida
salió al patio y observo su máquina, con un motor cerca de una sobre carga, las
aleaciones debilitadas y ciertas aleaciones oxidadas. Cubriendo su rostro con
sus manos se dijo a sí mismo – “no resistirá” -.
Trabajó contra reloj y usando retazos de los restos de
chatarra, las adhirió al aparato, pinto la máquina, dándole un aspecto
impresionante y optima, que podría engañar a cualquiera.
A Margolis, el magnate, se le hizo extraño verlo llegar en
la misma desgastada bicicleta, el invento de Steiner estaba cubierto por una
carpa sucia.
Encendió la máquina, dando inicio a la operación, de repente
hubo un estruendo, el motor estalló, desprendiendo un humo más nocivo que el
que padecía la ciudad, los controles se había bloqueado y la polución que había
absorbido por años se disparó a todas las direcciones, era tan toxico que causo
muerte súbita, no solo a la gente de diversas ciudades, sino también a todas las especies vivientes en la tierra.
Margolis intento reclamarle a Steiner, sin éxito, debido a que sus pulmones se
envenenaron en segundos. Steiner tomo una máscara y un tanque medianamente
cargado. Habiendo salvado su cobarde vida, contemplo el caos que creo. Sirro
Steiner había logrado satisfacer sus más desesperados deseos y le pago al mundo
que intento rescatar con muerte y destrucción. La cárcel seria el menor de sus
tormentos.
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